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Grafitis, una problemática que va más allá de lo estético

En La Floresta, cinco de cada diez negocios se encuentran grafiteados. Estos no solo alteran la estética del barrio, sino que también impactan negativamente en la percepción de la seguridad, en la reputación comercial en la zona, en la economía y en el medio ambiente. La presencia de grafitis puede disuadir a los potenciales clientes, generar una sensación de abandono y desvalorización de la zona, y en casos extremos, incluso, contribuir a la delincuencia.

Sin duda, en La Floresta, el arte urbano es parte de la identidad del barrio. Casi todos los rincones del sector están ocupados por diseños y colores que llaman la atención y agradan, sin embargo, no en todos los lugares estos son recibidos de la misma manera. Por el contrario, en algunos sitios, estos representan un problema para los vecinos que atenta contra la preservación del patrimonio cultural y desencadena otras situaciones negativas.

Al recorrer el sector es notorio como mientras en algunas paredes los detalles en los diseños, formas y colores representan verdaderas obras de arte, en otras se plasman figuras o mensajes sin sentido que, en lugar de embellecer el entorno, dañan la estética de las edificaciones y, por ende, del barrio.

Luego de tantas veces de ver a sus paredes con estas marcas, algunos moradores prefieren ya no ocultarlas con pintura, ya que una pared recién pintada se convierte en una tentación para quienes quieren dejar su “huella”, lo que podría considerarse un acto vandálico.  

Más que un asunto de estética

Sin duda, este tipo de actos afecta la imagen de los negocios y del sector, en general. Edwin Jiménez, propietario de un local dedicado a la venta de materiales químicos, es uno de los afectados. Las paredes y puertas de su negocio están llenas de grafitis, lo que considera que atenta contra la imagen. En ocasiones, ha recibido comentarios de parte de sus clientes, quienes han manifestado, según señala, que por su fachada el lugar parece una cantina. “Es claro que esto arroja como resultado una contaminación visual para las personas que circulan por este barrio; los más afectados somos los dueños de negocios.”, afirma Jiménez.

Para algunos expertos, el grafiti está relacionado con la protesta social y el inconformismo ante el sistema. Por este motivo, se explica que la mayoría de estos sean obscenos e insultantes y sean realizados en lugares que incomodan.

El arquitecto Germán Arcos, experto en urbanismo, explica que la presencia de grafitis desarmoniza el conjunto arquitectónico, afectando la estética del sector en el que se encuentren. “Por lo general, vemos este tipo de grafitis en zonas de descuido, barrios marginales u olvidados, lo cual afecta socialmente el lugar y también la plusvalía”, afirma.

Los grafitis en el barrio no solo representan un perjuicio a la estética, sino, también, a la economía, ya que estos podrían influir en la cantidad de clientes que visitan los negocios, al transmitir una percepción de descuido y abandono de estos. A la par, se considera también parte de la problemática que impacta en el aspecto económico, el hecho de que los dueños de los establecimientos deben invertir grandes sumas de dinero para reparar sus paredes, cada vez que estas son dañadas. De esta manera, la presencia de grafitis puede desalentar la inversión y el desarrollo económico en la zona, afectando la valoración de las propiedades y la capacidad de generar empleo. De ahí que esta es una problemática que involucra mucho más que solo lo estético.    

Iván Arizaga, dueño del hostal Petit Maison, considera que este problema debería estar mucho más controlado y regulado. En ocasiones, él ha sido testigo de la indiferencia de las autoridades. “Recuerdo que una vez presencié cómo estaban grafiteando una propiedad, frente a ellos estaban los policías y no hicieron nada. Probablemente son indiferentes porque consideran a este acto vandálico como un delito menor.”, afirma Arizaga.

Para él, mantener su negocio limpio y presentable es fundamental para preservar su reputación y atraer clientes. Sin embargo, el costo asociado a la limpieza y reparación de los daños causados por los grafitis es considerable. Aunque tiene presupuestado una cantidad anual para arreglar sus paredes, cuenta que suele excederse del presupuesto por la frecuencia y magnitud de los daños. Ha llegado a pintar su hostal hasta cuatro o cinco veces por año. Su presupuesto para esto es alrededor de 1.000 dólares por cada vez que debe pintar.

Este testimonio refleja la magnitud del impacto económico que tienen los grafitis en los negocios de La Floresta. Más allá de la estética, como ya se dijo, estos actos vandálicos representan una amenaza para la viabilidad y el desarrollo económico del barrio, lo que exige una acción urgente por parte de las autoridades y la comunidad. La falta de control sobre estos actos, como señala Arizaga, puede llevar a una percepción de impunidad que perpetúa esta práctica, por lo que es asunto sobre el que hay que tomar medidas.

Marcas de la delincuencia

Esta falta de control es palpable, tanto para los dueños de los locales comerciales como para los visitantes del sector, quienes podrían llevarse una imagen distorsionada del barrio. Juan Carlos Tercero, quien tiene un negocio de comida, afirma que la presencia de los grafitis ha sido molesta y negativa para el barrio. Su local tiene un grafiti que ocupa toda la entrada, por lo cual, afirma, ha disminuido su clientela en un 15%. Según Tercero, esta problemática, además de todas las repercusiones ya mencionadas, trae consigo una imagen de inseguridad, de poco control por parte de las autoridades, e, incluso, de presencia de grupos delictivos. En ese sentido, la presencia de estas manifestaciones de vandalismo también podría plantear interrogantes sobre el nivel de seguridad que hay en el barrio y del compromiso de las autoridades con el mantenimiento del orden público.

Hace algún tiempo, Violeta Santamaría, propietaria de un negocio de comida fue víctima de la inseguridad cuando intentaron robarle. En este caso, de acuerdo con las investigaciones, hubo una relación directa entre la presencia de estas marcas en las paredes y el intento de robo. Santamaría, pudo darse cuenta de que los delincuentes habían grafiteado sus paredes como una señal para saber que es un local próspero y un blanco fácil para ejecutar un robo. “Gracias a Dios en mi local cuento con cámaras de seguridad, a través de las cuales pudimos darnos cuenta y acudir rápidamente a la Policía para que puedan capturar a los delincuentes, antes de que ejecutaran el robo, pero estos se dieron a la fuga.”, afirma.

Por suerte, el incidente no resultó en pérdidas materiales ni en daños físicos para Violeta o sus empleados. Sin embargo, el impacto emocional y psicológico de esto ha sido significativo. Santamaría se ha visto obligada a reforzar las medidas de seguridad en su negocio, lo que implica un gasto adicional en sistemas de vigilancia y protección. Este hecho podría evidenciar la relación que existiría entre la presencia de grafitis y la inseguridad en La Floresta. Según Santamaría y Jiménez, esta práctica es conocida como «tagging» y puede ser un indicador de la existencia de grupos delictivos en la zona.

Según la página oficial del Municipio de Quito, Quito informa, “atentar contra la mampostería o bienes que constituyen un espacio público o privado, perpetrando sobre ellos rayados, grafitis y expresiones similares, a través de todo tipo de pintura, generando estimulación visual agresiva, invasiva y simultánea sobre el ciudadano común”, conllevará una multa de un 50% de un salario básico, lo que equivaldría a 230 dólares.

La Agencia Metropolitana de Control, señala que, en mayo, la Alcaldía de Quito lanzó la campaña ´Si No es Arte a otra Parte´, debido a la proliferación de grafitis vandálicos en la capital, sobre todo, en el Centro Histórico, donde se vieron afectados bienes patrimoniales.

El procedimiento implementado en el control de grafitis es: patrullaje y control cotidiano en puntos estratégicos, en coordinación con el sistema de video vigilancia ECU – 911. En caso de detectar a los infractores, se puede informar al ECU-911 para que canalicen el apoyo, a través de la Policía Nacional, encargada de aplicar el procedimiento, de acuerdo al Código Integral Penal, Art. 604 numerales 64 y Ordenanza Municipal 332; trasladando a las personas infractoras a la Unidad de Flagrancia para el proceso respectivo. La AMC señala que se están tomando las medidas necesarias para que estos actos vandálicos dejen de dañar la reputación y estética de los barrios de Quito.

Un daño ambiental

Esta problemática no solo afecta, como ya se ha dicho, a la estética, la economía y a la seguridad, sino que involucra otras aristas. Hacer grafitis genera impactos medioambientales serios por el uso de aerosoles que contaminan el medio ambiente y también ponen en riesgo la salud.

Jannet Romero, del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica, señala que los efectos de la pintura en aerosol pueden afectar tanto a los moradores del sector como al propio infractor. Este tipo de pintura puede causar irritación ocular, vértigo y dolor de cabeza. Mientras que la inhalación puede causar asma bronquial y otras alteraciones respiratorias.

En cuanto al medio ambiente, Romero afirma que, como se sabe, la capa de ozono se ha ido deteriorando con el pasar del tiempo. Esta capa es lo que resguarda al planeta de la radiación generada por los rayos ultravioleta. Uno de los productos que más gases contaminantes emiten en la atmósfera son los aerosoles, con los que, precisamente, se pintan los grafitis.

Los aerosoles contienen compuestos orgánicos volátiles contaminantes, que, al entrar en contacto con la luz del sol producen gas de ozono, en la capa más baja de la atmósfera, lo que genera los agujeros en la capa de ozono. Asimismo, si se les expone al sol o al calor durante mucho tiempo, estos pueden provocar una explosión.

En comparación a otros barrios de la ciudad, la situación en La Floresta es particular, debido a su densidad poblacional y a la cantidad de negocios afectados por los grafitis. Con una alta concentración de aerosoles liberados en el ambiente, el impacto ambiental se intensifica en esta zona, afectando no solo la calidad del aire, sino también a la salud y el bienestar de sus habitantes.

Los grafitis representan un problema multifactorial que afecta negativamente a varios aspectos de la vida en el barrio. Desde la estética urbana hasta la economía local, pasando por la percepción de seguridad y el impacto ambiental. Indudablemente, estos generan una serie de desafíos que requieren atención urgente por parte de las autoridades y la comunidad.

Es fundamental implementar un enfoque integral que combine medidas de prevención, intervención y educación. En primer lugar, es necesario fortalecer la vigilancia y el control, aplicando sanciones más duras para los infractores y aumentando la presencia policial en los puntos más vulnerables. Además, se deben promover campañas de sensibilización y concientización, dirigidas tanto a los residentes como a los visitantes del barrio, fomentando el respeto por el espacio público y la propiedad privada.

Por otro lado, es importante promover alternativas creativas y positivas para canalizar la energía y la creatividad de los jóvenes que participan en actividades de grafiti. Esto podría incluir la creación de espacios aptos para el arte callejero, como murales comunitarios o eventos de grafiti autorizados, que permitan a los artistas expresarse de manera constructiva y contribuir al embellecimiento del barrio. Solo a través de un esfuerzo conjunto y coordinado será posible abordar de manera efectiva la problemática de los grafitis y promover un entorno más seguro y atractivo para todos los habitantes de La Floresta.

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