Luigi Stornaiolo: una pincelada de realidad
Desde hace varios años, el pintor quiteño vive en un departamento en La Floresta, donde conserva muchos de sus cuadros. Su obra se caracteriza por el uso de llamativos colores, a través de los cuales retrata personajes y muestra entornos cotidianos, con un estilo particular que se ha constituido en su sello personal. Actualmente no pinta, pero su corazón continúa latiendo por el arte.
Con una cálida bienvenida nos recibe Silvia, en la casa de su padre, el emblemático pintor. Lo que más llama la atención al ingresar a la casa son las pinturas exhibidas en cada rincón como muestra de su larga trayectoria. Luigi nos espera al pie de su cama, sentado con una sonrisa en el rostro, deseoso de compartir un poco de su vida, a través de esta entrevista.
Su relato empieza contándonos sobre Nelly, quien fue su musa por 20 años, y a quien le pintó más de cuarenta retratos. Estuvieron juntos desde los 21 y tuvieron dos hijas, Silvia y Ángela, quienes actualmente cuidan de él. En 1998 y 2002, nacieron sus otros dos hijos. Cuenta que cuando estaba viviendo su mejor etapa como pintor un evento inesperado marcó su vida: un uñero en el dedo del pie le obligó a ser intervenido quirúrgicamente. El resultado de esta operación no fue el esperado: la cirugía había dañado de forma irreversible la terminal de su tendón de Aquiles.
En diez años perdió la movilidad del brazo derecho y en veinte, la de la pierna. Pese a que intentó seguir pintando –para lo cual tuvo que aprender a hacerlo con la mano izquierda– sentía que no era igual. No solo tuvo que cambiar su forma de trabajar, sino que su vida se transformó.
Otro hecho triste viene a la mente del pintor, cuando recuerda que en 2002 se quemó el departamento en el que vivía. Perdió muchos de sus libros y sesenta cuadros. Con la ayuda de sus hijas y de algunos amigos, pudo recuperar algo de lo perdido.
“A quien escupe al cielo, le cae en la cara”, sentencia Luigi, quien considera que todo lo que le ha pasado es un castigo por haberse burlado de la gente, a través de sus pinturas. A pesar de que muchos pensamientos negativos han inundado su mente por años, día a día intenta enfocarse en aspectos positivos como su familia y sus obras.
Stornaiolo continúa recordando su vida y cuenta que en su juventud quiso ser músico. Tocaba la guitarra, el bajo y el piano; este anhelo se acabó cuando su primera hija nació, momento en que se volcó completamente a la pintura. Dice que le gusta el cine mexicano y habla sobre su gusto por algunas películas de Hollywood, como Pulp Fiction, sin olvidarse de mencionar a sus directores de cine favoritos: Luis Buñuel y los hermanos Soler; también, reconoce el valor del cine ecuatoriano.
Durante la conversación, reflexiona sobre las redes sociales y apunta que, si bien ellas le han ayudado a mantener contacto con otras personas y a mostrar sus obras, han sido la causa de que las relaciones sean efímeras. Dice que los humanos somos seres incompetentes, que dañamos todo lo que nos rodea. Esto le hace asegurar que, a su criterio, hechos de relevancia mundial como la pandemia del Covid-19 son inventos para atemorizar a la humanidad. Cuenta que él nunca se vacunó ni se enfermó.
Las personas que ha conocido en el camino, sus viajes, sus vivencias, e incluso Quito han influido en su manera de ver la vida y de crear sus obras. Stornaiolo es un referente en el mundo del arte ecuatoriano, su legado ha permanecido y le ha permitido ser reconocido como uno de los artistas más representativos de la plástica nacional.
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