Arte que atraviesa las montañas
La naturaleza inspira la fotografía de Juan Sebastián Rodríguez. Su trabajo no es solo una composición de imágenes que muestran la imponente belleza de la montaña, sino un obra de arte que motiva a reflexionar sobre el cuidado de la tierra. Desde el Laboratorio de Fotografía Analógica, más conocido como LAF, ubicado en La Floresta, cuenta como llegó a ser reconocido como uno de los diez mejores fotógrafos del mundo, en la categoría de Paisaje y Naturaleza.
Juan Sebastián Rodríguez, más conocido como “El Chili”, tuvo su primer contacto con la fotografía analógica gracias a su padre, quien también es fotógrafo y trabajaba en una agencia de publicidad. Cuando tuvo la oportunidad de conocer el cuarto oscuro en el que se revelan las fotos, algo se despertó en él. A los 16 años, durante su adolescencia, le pidió a su madre -también aficionada a la fotografía- que le enseñara a dar los primeros pasos en este campo. Su forma de hacerlo fue regalándole una cámara, la MINOLTA X-700, una herramienta que transformó su vida y que guarda como un recuerdo muy especial de ella.
Con mucho cariño y nostalgia, cuenta que su primera fotografía «de verdad» la tomó en el Parque Metropolitano. Había preparado un escenario para el concepto «Imaginario de los Sueños» con muchos libros colgados en los árboles. De repente, apareció un venado que en ese entonces vivía allí y posó para la foto. «Me quedé unos tres o cuatro segundos cachando lo que estaba sucediendo y disparé. Fue hermoso, fue muy especial. Es curioso porque siempre tuve una conexión con la naturaleza, pero no me daba cuenta. Ahora lo pienso y veo que esa fue una señal super evidente», menciona.
Se graduó como Ingeniero automotriz, mientras estudiaba esta carrera, a la par, se auto educó en fotografía, especialmente, en la analógica. Siempre tuvo afinidad con la música y la escena independiente ecuatoriana, lo que lo llevó a importantes festivales como el Quito Fest, donde fue parte del backstage durante 4 años. Realizó algunas portadas de discos, viajó con bandas reconocidas en sus giras por el Ecuador y documentó festivales de la escena underground como el Quitu Raymi y el Rumiñahui Fest. También exploró la fotografía documental en comunidades y fiestas populares.
¿Cómo descubrió que la fotografía sería su vocación? Trabajó como asesor comercial durante muchos años, sin embargo, sentía que no era completamente feliz. Describe una «epifanía» que tuvo: soñó que caminaba por una montaña desconocida acompañado por un sherpa -persona que guía a los montañista en el Himalaya- que lo llamaba insistentemente. Para él, esto fue una revelación, un llamado de la montaña. Al despertar, renunció a su trabajo y con el dinero de su liquidación compró un pasaje para viajar a la Patagonia argentina, donde vivió seis meses en una carpa. Este fue el punto de inflexión en su vida, donde comenzó a desarrollar lo que ahora llama «el concepto del astronauta». «Yo ya tenía mi vida y mi profesión, pero un día tuve una epifanía en un sueño. Estaba caminando en una montaña que no conocía con un sherpa. Hasta ahora me acuerdo súper claro, él me decía: ‘Te estoy esperando, acompáñame, tienes que venir.’ Eso me cambió la vida”, cuenta.
Uno de sus mayores logros es haber alcanzado el «Best Nation 2023», otorgado por la World Photographic Cup (WPC). Este galardón especializado en el campo de la fotografía, reconoció su trabajo, ubicándolo entre los 10 mejores fotógrafos del mundo, en la categoría Paisaje y Naturaleza. A través de su lente, se esfuerza por plasmar lo que siente cada vez que escala las montañas. “Estos espacios se han convertido en elementos especiales para mí, y eso es lo que transmito en mi obra. Es como un astronauta que camina sobre un planeta desconocido; eso es super lindo porque eso te da consciencia de que vivimos en un planeta. Mucha gente no lo nota, están atrapadas en una burbuja de tecnología”, opina.
Juan Sebastián quiere que sus imágenes sean percibidas como obras de arte. Para él, las montañas son como esculturas; las llama “monumentos”. Considera que su trabajo representa un legado para generaciones futuras. Piensa, además, que la retribución más grande que puede tener por su arte es inspirar el cuidado a la naturaleza y que este sea un recordatorio para actuar en defensa de estos lugares sagrados. “Yo he sentido cosas en la montaña que no he sentido en la ciudad”, afirma.
Actualmente, el fotógrafo se encuentra inmerso en el proyecto “La Naturaleza y El Ser”, a través del que busca adoptar en su trabajo una perspectiva más centrada en lo humano. Recientemente, capturó con su lente la fiesta tradicional del Corpus Christi en Píllaro, acompañado por el Foto Club Quito y el LAF (Laboratorio de Fotografía Analógica), de los cuales es su presidente y socio, respectivamente. Además, desde hace seis meses se ha dedicado a fotografiar el volcán Cotopaxi. El propósito de este trabajo es explorar cómo las comunidades que habitan en las montañas coexisten con ellas de manera armoniosa, sin causarles daño, ni perjudicarlas, y cómo estas comunidades pueden servir de ejemplo para sensibilizar sobre la realidad por la que atraviesa la naturaleza.
Juan Sebastián tiene una trayectoria fotográfica en constante evolución, alimentada por su profunda conexión con las montañas y la naturaleza. Es, sin duda, una fuente de inspiración para quienes han tenido el privilegio de conocerlo e identificarse con su trabajo y su historia. Su pasión y dedicación lo han llevado a descubrir su propósito y a dejar un legado que trasciende fronteras, siendo reconocido internacionalmente por su contribución a la fotografía.