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Judíos en La Floresta: una historia de ocho décadas

En los años cuarenta muchos judíos llegaron a Quito y se instalaron en la zona de La Floresta, La Mariscal y el Centro Histórico. Aquí echaron raíces y construyeron una nueva vida. Olga Fish, reconocida artista húngara, fue una de ellos. Conoce la historia de quienes hasta hoy viven en el barrio.

La historia de la comunidad judía en el barrio data de mucho tiempo atrás. Esta comienza cuando hace varias décadas, debido a problemas raciales, que los llevarían incluso a la muerte, muchos judíos buscaron un lugar seguro para vivir, en otro continente.

Gil Baillard Cortesi, director del Centro de Lenguas de la PUCE, menciona que hubo dos ocasiones en las que judíos de diferentes países de Europa vinieron al Ecuador. Una vez que llegaron a la capital, La Floresta fue uno de los barrios en donde se asentaron. La primera ocasión en la que vinieron fue durante la época de la Colonia, en esa etapa muchos fueron expulsados u obligados a venir al Nuevo Mundo. La segunda ocasión fue en el año 1933, cuando el nazismo comenzaba a tomar posesión de Europa. Más adelante, en 1938 estos desplazamientos se acrecentaron.

Comenzaron a llegar desde Alemania, Checoslovaquia, Austria y Polonia. En ese entonces, Ecuador era uno de los países con menos requerimientos para que ingresen judíos; la única condición era que debían trabajar, sea en el sector agrícola o en el industrial. La llegada de los judíos al Ecuador se dio a través del puerto de Guayaquil. Una vez que llegaban, se trasladaban a Quito, Cuenca y Ambato, principalmente. En la capital se asentaron, en su mayoría, entre los barrios de La Mariscal y La Floresta.

Según Nir Koren, miembro de la comunidad judía de Quito, además de La Floresta, los judíos se instalaron en el centro histórico, en el sector de la 18 de Septiembre y en lo que, actualmente, es el Quito Tenis. En su pico más alto, la comunidad contaba con 5000 miembros, que ahora se ha reducido a solo 400 personas –señala Koren, quien vive en el país hace seis años–. Además, opina que Ecuador es un lugar en el que no se sienten discriminados y siempre han sido bien recibidos.

Primera tienda de artesanías de Olga Fisch en 1942. Foto de: Margara Anhalzer

El caso de la reconocida artista húngara Olga Fisch es muy peculiar. Su tienda y taller se encuentran ubicados en la avenida Colón, que colinda con La Floresta. Aquí, ella y su familia vivieron durante varios años; sus descendientes todavía se encuentran en este lugar. Según su sobrina nieta, Margara Anhalzer, la historia de esta familia en el barrio empieza cuando Pablo, hermano de Olga, quien sufría de tuberculosis, decide irse a Italia para cuidar su salud. En este país conoce a un cónsul de Ecuador de apellido Larrea, quien le otorga una visa para que pueda viajar. Por su parte, Olga, quien se encontraba viviendo en Nueva York, se junta con su hermano en Panamá y llegan a Santa Elena en barco. Continúan su travesía en burro y tren hacia la capital, ciudad que se convierte en su hogar.

Cuando Olga llega a Quito, le ofrecen un trabajo en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Central. Al comienzo, los dos hermanos vivían en una pensión en el centro de la ciudad, luego se cambiaron cerca del parque de El Ejido, en la calle Tarqui y, finalmente, en el año 58, se mudaron a la avenida Colón.

Olga era una artista: siempre se sintió atraída por los colores y las formas. Cuando llegó al Ecuador empezó a admirar el talento de los artesanos locales, quienes le sirvieron de inspiración para trabajar en sus propios diseños. Maravillada del país, se conectó con el arte indígena, especialmente, con el de la comunidad Salasaka. La amistad que había entablado con esta y otras comunidades, incluyendo los vínculos que empezó a tener con otras familias judías que también residían en La Floresta, hizo que Olga y su familia se sintieran acogidas.

En 1938, la llegada de varios grupos de judíos a Quito motivó la conformación de la “Comunidad Judía del Ecuador”. Julio Rosenstock fue quien constituyó esta Comunidad: él llegó al país para construir el ferrocarril. En este contexto se creó el primer lugar de culto, la sinagoga, que estuvo ubicada en el Centro y luego se trasladó a la 18 de Septiembre, donde estuvo hasta los años noventa. No se sabe a ciencia cierta, pero se cree que alrededor de los años cuarenta un gran número de familias judías se encontraban viviendo en La Floresta y en sus alrededores.

Ana y Gabriela Steinitz en Museo Trude Sojka, La Floresta

Entre las calles del barrio se encuentra otra historia que tiene a los judíos como protagonistas. Se trata de la de Ana Steinitz, hija de Gertrude Sojka, dueña del museo Trude Sojka, ubicado en el pasaje Moeller que colinda con la esquina de la Toledo y Coruña. Según Ana, en los años cuarenta llegaron alrededor de 4000 judíos Ashkenasi –nombre otorgado a los judíos que se asentaron en Europa central y oriental–. Los padres de Ana se conocieron cuando llegaron al Ecuador: su papá, Hans, en 1939 y Trude, su mamá, en 1946. Ambos fueron de los primeros miembros que conformaron la Comunidad Judía que se estableció en la capital.

Hans estuvo en el campo de concentración Sachsenhausen durante 3 meses hasta que, gracias al cónsul José Ignacio Burbano, logró conseguir una visa humanitaria para viajar al Ecuador, tras perder a toda su familia. Llegó por el puerto de Guayaquil y consiguió trabajo en una fábrica de algodón. Trude, por su parte, descubrió que su hermano Walter estaba en Ecuador y reunió dinero para viajar desde Estocolmo hasta Guayaquil, a través del canal de Panamá.

En tanto, para Gabriela Steinitz, quien también es miembro de esta comunidad, sus coterráneos siempre han sido un gran apoyo para ella y para su familia. Dentro de La Floresta, donde aún vive junto con su madre, hizo varias amistades que, si bien ya no están en el país, siguen siendo parte de su vida. La ayuda que la Comunidad le ha brindado a ella y a su familia, ha sido fundamental para que se sientan como en casa y no dejen de lado sus costumbres y tradiciones. Una de las celebraciones que más esperan en el año es el Purim, una fiesta en la que se celebra y recuerda la historia de Hamán y Mardoque.

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