No quadra

Inseguridad: un problema que no nos Quadra

Pan de todos los días. En esto se han convertido los hechos delictivos que ocurren en el barrio a toda hora. Ante la falta de eficacia por parte de las autoridades, los vecinos se organizan y ponen en marcha medidas que van desde instalar cámaras en sus casas o negocios, hasta interactuar en grupos de WhatsApp para alertarse ante cualquier emergencia. El retorno de las –aproximadamente– 250.000 personas que transitan diariamente por este sector, entre estudiantes, oficinistas, comerciantes y demás habitantes, sería uno de los detonantes del aumento de la delincuencia, que se pasea por las calles.

Para nadie es un secreto que en los últimos años la inseguridad ha aumentado en todo el país. No existe ciudad en la que no se hayan reportado casos de violencia, lo que ha causado que la población viva en zozobra y clame por seguridad. Según datos de la Fiscalía General del Estado, Ecuador, durante el 2021, sufrió un incremento de robos en diferentes modalidades. Puntualmente, según esta entidad, de enero a noviembre del año pasado se registraron 22.614 casos de robo a personas, 4.264 robos a negocios de distintos tipos y 7.449 robos a domicilios, a nivel nacional.    

La capital es, sin duda, una de las urbes más afectadas y, dentro de ella, el sector de las universidades y el barrio La Floresta se han convertido en espacios inseguros, en los que se registran sucesos delictivos a toda hora. Si bien las cifras presentadas corresponden al año anterior, este 2022 la delincuencia podría haber aumentado, así como la percepción ciudadana de inseguridad, tomando en cuenta los acontecimientos sucedidos este año dentro de los centros penitenciarios, lo que ha representado un hecho sin precedentes en la historia de las cárceles en el Ecuador. 

El volumen y la diversidad de personas que todos los días transitan por el barrio –entre estos, estudiantes, oficinistas, dueños de negocios y servidores públicos– llama la atención de los delincuentes, quienes deambulan en busca de celulares, computadoras y otros dispositivos que, por su actividad, portan muchas de las personas que circulan en este sector.   

Luis Vacacela, dueño del restaurante “Full House”, ubicado en la Roca y Tamayo, afirma que en los alrededores del barrio existe delincuencia. A la vez cuenta que, aunque la policía de la zona les ha dado recomendaciones para enfrentar estos hechos, la inseguridad no se detiene. Aunque los habitantes cuentan con un chat, a través del que se alertan sobre posibles robos o se ayudan en el caso de que hayan enfrentado alguna situación violenta, para don Luis esto no es suficiente, por lo que optó por colocar sus propias cámaras de seguridad. Este vecino, además, manifiesta que este tipo de hechos se incrementa por la alta presencia de jóvenes que hay en el sector, quienes acostumbran a consumir licor en la vía pública, lo que atrae a los delincuentes. Al interior de su restaurante, siempre recomienda a sus clientes, sobre todo a los estudiantes, que cuiden sus pertenencias.

Por otro lado, Shirley Pancha, quien tiene un puesto de comida en el parque Navarro, ubicado en el sector de La Vicentina, considera que los policías del barrio deberían mejorar sus labores de patrullaje. A su criterio, la UPC que está en esta zona no satisface las necesidades que tienen los vecinos respecto a la seguridad; señala que, incluso, parece que no funciona. De ahí que quienes trabajan en este sitio intentan cerrar sus puestos a las 23h00, cuando solo quedan unos pocos comensales, como una forma de protegerse ante posibles robos. En una ocasión, esta vendedora de comida típica fue víctima de los delincuentes, cuando estos robaron la camioneta de su padre, que estaba parqueada en las puertas de la UPC de La Vicentina. Ante lo sucedido, lograron seguir a los delincuentes y, a la altura del hotel Quito, se percataron de que le estaban sacando el cerebro al vehículo. La policía logró atrapar a los delincuentes.

Maximiliano Donoso, presidente del Comité Promejoras del barrio La Floresta, cuenta que los vecinos están organizados contra la delincuencia mediante grupos de WhatsApp. Estos funcionan como una red de ayuda, a través de los cuales se canalizan las denuncias que luego son presentadas a la policía. Donoso manifiesta que la respuesta de la UPC del barrio ante las denuncias ha sido positiva.

Para don Maximiliano, quien lleva tres años al frente del Comité, respecto a la inseguridad y a otros aspectos relacionados al barrio, La Floresta corre el riesgo de experimentar lo sucedido en el barrio La Mariscal, el cual se convirtió en un sitio inseguro y poco residencial por la alta presencia de bares y discotecas. Por este motivo, el Comité espera que las instancias pertinentes apliquen la Ordenanza 135, que contiene distintos puntos enfocados en rescatar la identidad del barrio como una zona residencial, con un alto valor histórico y patrimonial y en preservar la calidad de vida de los habitantes de este sector, a través de normativas que regulen distintos aspectos, entre estos, la seguridad.

Lo que señala Donoso coincide con la opinión de Ana Lucía Sosa, quien ha vivido en el barrio desde hace mucho tiempo. El haber pasado, prácticamente, toda su vida aquí le ha permitido observar el deterioro que, con los años, a su criterio, vive el sector y que ha sido impulsado, según considera, por la falta de cumplimiento de la Ordenanza. Para ella, la inseguridad está asociada al expendio de bebidas alcohólicas que ha proliferado en las tiendas y bares del sector, una vez que el cumplimiento de la Ordenanza ha dejado de controlarse. Señala que es común ver desde tempranas horas de la mañana cómo grupos de jóvenes consumen alcohol en las calles, causando no solo disturbios en la vía pública, sino convirtiéndose en blancos fáciles de la delincuencia. Opina que las autoridades deberían hacer que se respete la Ordenanza que, desde hace algunos años, quedó en el olvido. 

Uno de los grupos que pueden ser más vulnerables para los robos son, precisamente, los estudiantes, quienes transitan de un lugar a otro dentro del barrio, a veces hasta altas horas de la noche. Mikaela Arévalo, estudiante, cuenta que al salir de clases fue víctima de un asalto en las afueras de su universidad. Por eso, recomienda a los universitarios que, al salir a la calle, lo hagan en grupo con sus amigos, que carguen su mochila adelante y que siempre se mantengan atentos.

Según Jorge Mancero, quien trabaja como geógrafo en el subcircuito de Policía La Mariscal, el barrio es propenso a experimentar delincuencia por su ubicación y configuración. La diversidad de establecimientos existentes –en tanto el sector tiene comercios, oficinas públicas y privadas, universidades, lugares de entretenimiento, entre otros– hace que en el lugar se puedan aplicar diferentes modalidades de robo, circunstancia conocida muy bien por los delincuentes. Desde que las actividades se retomaron en el barrio, sobre todo con la vuelta a clases presenciales en las universidades, las denuncias por robos se han vuelto a incrementar, según Mancero. Explica, además, que la Policía cuenta con un sistema de denuncias específico como una manera de hacer frente a esta problemática.

Por su parte, el sociólogo Jorge Cisneros opina que, en los últimos años, el fenómeno de la inseguridad se ha normalizado en el barrio, debido –entre otras razones– a la frecuencia con que se dan asaltos y robos. “Ahora es común escuchar que la gente dice me robaron o me salvé de que me roben”, señala. Desde su perspectiva, la situación actual tiene que ver directamente con la mala institucionalidad del país y es un reflejo de la debacle en la que, como sociedad, nos encontramos. Existe, a su criterio, una falta de atención por parte del Estado a los servicios esenciales como la salud, educación y la seguridad. “Ni siquiera cerramos el año y ya tenemos tres veces más muertes que el año anterior. Pasamos de ser el segundo país de Latinoamérica más seguro a estar en la lista de los países más peligrosos del mundo”, afirma Cisneros. 

Ante la falta de eficacia de las medidas que han tomado las autoridades de turno para hacer frente a la inseguridad, los ciudadanos han debido incorporar en su día a día sus propias medidas. Hoy no solamente es común vivir con temor ante la violencia que reina en las calles, sino que también es común compartir algunas estrategias entre los vecinos para librarse de lo que, en estos días, parece imposible: estar a salvo de la delincuencia.  

¿Qué propones tú para combatir la inseguridad? Escríbenos en los comentarios.

Un comentario en «Inseguridad: un problema que no nos Quadra»

  • El artículo pone en la palestra el problema de la delincuencia, si, pero y poco enfatiza en el exagerado consumo de alcohol de los estudiantes de las cinco universidades que están incrustadas en los barrios La Floresta, La Mariscal y que crea la problemática de robos y asaltos a ellos mismos, además del problema a futuro cercano de convertirse en alcoholicos chicos y chicas. El Municipio ha permitido, con el cambio de ordenanzas, que en estos sectores vendan licores, baratos además, cualquier tienda o comedor. Daño cerebral podría producirse por alcoholes baratos. Establecer que La Mariscal es un sector y la Floresta vecina, otro y que los problemas, aunque parecidos, lo que padecemos los vecinos de La Mariscal por el consumo de alcohol en las veredas y en grupos de chicos y chicas que luego dejan la basura en nuestras veredas y que sirven de servicios higiénicos también, nos afectan la vida. Parece que ya olvidaron los/las estudiantes que las veredas son espacios públicos de tránsito, no de reunión.

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